sábado, 4 de julio de 2009

ENTRE EL SOCIALISMO Y EL CAPITALISMO

LOS “SOCIALISMOS” CONOCIDOS HASTA AHORA, DERRIBARON EL CAPITALISMO PRIVADO, PERO PASARON EN LA PRÁCTICA A UN CAPITALISMO DE ESTADO, DEJANDO EN LA ESTRUCTURA SOCIAL Y PRODUCTIVA, LAS MISMAS CONTRADICCIONES ENTRE RICOS Y POBRES, LOS MISMOS PRIVILEGIOS PARA UNA CLASE GOBERNANTE, QUE SE BUROCRATIZO Y CORROMPIO EN EL EJERCICIO DEL PODER.

ENRIQUE CONTRERAS RAMÍREZ
En el campo de la izquierda revolucionaria, se sabe que todos los modelos societarios, que se generaron y nacieron alrededor del marxismo o bajo la influencia de este, sencillamente fracasaron y fracaso producto de que tales “revoluciones”, fueron revoluciones atrapadas, amarradas, entrampadas y dependientes de la desaparecida URSS, quienes pretendían repartirse el mundo junto a los EEUU, en nombre del socialismo y en nombre del capitalismo.
Esos modelos llamados “socialismos” derribaron el capitalismo privado, pero pasaron en la práctica a un capitalismo de Estado, dejando en la estructura social y productiva, las mismas contradicciones entre ricos y pobres, los mismos privilegios para una clase gobernante, que se burocratizó y corrompió en el ejercicio del poder.

AL CAPITALISMO LO
LLLAMARON SOCIALISMO

La experiencia histórica del llamado socialismo, mostró que aunque desprovisto de un mercado competitivo y de propiedad privada individual, funciono en la práctica, con los mismos mecanismos del capitalismo, la acumulación originaria del capital, se daba en la misma forma, extrayendo incluso plusvalía del trabajo asalariado y reservando la propiedad privada de los medios de producción, a una burocracia estatal colectivista.
Estos “socialismos”, impulsaron e implantaron modelos societarios que no superaron en ningún momento las salvajes formas de dominación existentes dentro del capitalismo tradicional. Fundieron y mezclaron formas de producción capitalista con el llamado “socialismo”, hicieron una mezcla ecléctica entre ambas corrientes, quedando entrampado en su propio revisionismo y reformismo, sin dejar opción real para la transformación revolucionaria.
Por lo tanto en esos “socialismos”, no hubo acción transformadora. Esto genero una especie de hibrido que en la lógica de la teoría revolucionaria no cabe, porque la misma plantea, la transformación total de la sociedad y no acepta en su contenido reformas a medias tintas.

EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI
Para muchos teóricos del socialismo, el planteamiento de Hugo Chávez, carece de seriedad, de bases científicas y es producto de la improvisación y conveniencia que en los discursos tiende a señalar cuando habla del socialismo del siglo XXI.
El presidente habla de socialismo, pero divorciado de una realidad que el mismo gobierno viene creando, desarrollando y fortaleciendo. El socialismo del siglo XXI para Chávez, se traduce en cumplir al pie de la letra con el recetario del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, le otorga a las multinacionales del petróleo a través de las empresas mixtas parte de la propiedad de la industria petrolera, estatiza empresas de servicio para seguir fortaleciendo el capitalismo de estado, concede a la banca financiera multinacional de hacer con el dinero de los venezolanos lo que le de la gana, no permite que la clase obrera discuta sus propios contrato colectivos, crea la figura de flexibilización laboral en sus propios ministerios para controlar a los obreros y empleados a través de contratos, crea las cooperativas para quitarse la responsabilidad de crear empleos estables y dignos que generen bienestar para la población, crea un régimen impositivo donde los pendejos pagan los impuestos y por si esto fuera poco la dirigencia que se encuentra en su entorno se enriquece y corrompe a consta de la renta petrolera, repitiendo los viejos esquemas de adecos y copeyanos.

LA REALIDAD
Esto es parte de lo que estamos viendo, es esto lo que llaman socialismo del siglo XXI, desde luego impulsado por el discurso del propio presidente que no deja de acusar a EEUU de imperialista, pero dentro del mismo discurso se esconde una realidad que muy pocos chavistas son capaces de desenmascarar por los niveles de desinformación y manipulación que poseen y lo que es peor, muchos callan por el bozal de arepa que les da el gobierno, pues la realidad demuestra que el señor presidente se encuentra de rodillas frente al capital globalizado.
Son las grandes trasnacionales la que siguen dominando nuestra economía. Son los mismos partidos políticos aunque se cambien de nombre, los que siguen controlando el pensamiento, el descontento y la libertad de los venezolanos. Es el mismo modo de producción capitalista que genera desempleo, miseria y hambre en la población venezolana, Es la misma policía que ayer y hoy continua violando los derechos humanos. Son las mismas políticas sociales que Carlos Andrés “invento” y que hoy cambian de nombre para seguir convirtiendo a la mayoría de los venezolanos en mendigos, cuando hacen largas colas para adquirir un pollo o una beca que pueda transitoriamente aliviar el hambre colectiva de nuestro pueblo. Son los mismos adecos y copeyanos que hoy se ponen una boina y franela roja para decir que también son revolucionarios. Es el mismo chiripero que ayer asaltaba la renta petrolera con AD y Caldera y que hoy continúan con Chávez. Es la misma corrupción. El mismo tráfico de influencia. Es el mismo aparato jurídico-político que se alimenta en forma parasitaria del estado como aves de rapiña y que no termina de saciarse, frente a la mirada complaciente del propio presidente que constantemente anuncia “cambios” para que nada cambie.


PREOCUPACIÓN COLECTIVA
A pesar de todo esto, en el campo de la izquierda revolucionaria, se estan creando los espacios para el pensamiento, la discusión y consecuencialmente para la acción revolucionaria, esos espacios estan reuniendo a los militares, sacerdotes, pastores, estudiantes, profesionales, sindicalistas, mujeres, campesinos y movimientos ecológicos e indígenas. Son espacios sin frontera, donde hay la posibilidad de soñar, donde tiene cabida la solidaridad, la izquierda revolucionaria, el humanismo militante, la iglesia comprometida, la utopía, los patriotas rebeldes, la desobediencia, la insurgencia popular, la esperanza y la conspiración en la búsqueda de un Tercer Camino.
Ante este escenario de injusticia, las muchedumbres, las grandes mayorías desposeídas, no podrán continuar como simples espectadores insomnes, observando como la inseguridad, la miseria y el hambre a pesar de nuestra riqueza, continúa aniquilando más vidas que los caídos en las guerras o los exterminados por las epidemias en otros países.
La pobreza significa también, un número creciente de niños en la calle, jóvenes desempleados sin futuro y madres solas al frente de familias destruidas por su impacto.
Las cifras de pobreza más optimistas, indican que en Venezuela el 70% de nuestra población es pobre e indica que esa condición de pobreza acorta los años de vida y degrada la calidad de la vida. En otras palabras la pobreza mata.
Las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud, indican que en las 26 economías más desarrolladas la población vive un promedio de 78 años, en los 46 países más pobres sólo llega a 53 años, la diferencia entre ambos es de 25 años de vida. En los países desarrollados, sólo 5 de mil niños perecen antes de cumplir un año de edad, en los países pobres son 100 de cada mil. La pobreza se paga con deterioros en la esperanza de vida, mortalidad infantil y altas cifras de mortalidad materna. Afecta el derecho más elemental, el derecho a la vida.
Históricamente, en América Latina y particularmente en Venezuela continuamos con gobiernos títeres, que han permitido que se afiance el sistema capitalista explotador y generador de pobreza, miseria y muerte. Nuestra historia hoy más que nunca, pone en evidencia que las Repúblicas que nacieron después de la guerra de independencia, no han sido modelos, ni serán el mejor sistema de vida para nuestros pueblos, porque han sido instrumentos para someternos a los mecanismos internacionales de dominación y opresión controlados hoy por Estados Unidos y las empresas multinacionales.
Por eso seguimos sosteniendo que Venezuela sigue siendo una olla de presión, que más temprano que tarde estallara, para darle salida a un nuevo amanecer, que creara la nueva sociedad y el nuevo hombre en el marco de esa dialéctica ontocreadora que la propia historia nos ira señalando.

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