CARTA A UN ASESINO
EXPRESS
“YO DETESTO A LAS VÍCTIMAS
QUE AMAN A SUS VERDUGOS”
J. P. SARTRE
MARACAIBO…SEMANA SANTA SANTA DEL 2.010
Señor (a) EL CIEMPIÉS:
Tengo el horrible encargo de escribirle y recordarlo, cuando la Humanidad Cristiana, conmemora DOS MILENIOS del más grande crimen de la Historia Política Mundial.
Hoy, en este Calvario narcopetrolero del Sur, cuando todos los días son Viernes de Crucifixión, con un Jesús de Nazareth, asesinado en la Cruz del Narcopopulismo, cada media hora, la sangría del País crucificado, me obliga a recordar su Prontuario, porque a los Honestos, nos está prohibido olvidar los crímenes y a los Luchadores, nos está prohibido perdonar a los criminales.
Los Pueblos que olvidan a sus verdugos, terminan crucificados.
Perdone usted, señor CIEMPIÉS, hijo de Caifás, nieto de Poncio Pilatos, hijastro de Juan Vicente Gómez, que no lo llame por su nombre de pila, sino por su apodo carcelario, porque su apelativo, si pudiera merecerlo, no he podido localizarlo en ninguna placenta humana. Ni en ninguna Maternidad. Ni en ningún cementerio. Ni siquiera en las cenizas del viento, donde flotan las almas en pena.
Sólo pude encontrarlo en el Hipocampo, esa catacumba temporal de la memoria, el disco duro de los Recuerdos, donde usted fue, hasta el 23 de febrero del 2.010, el CIEMPIÉS-I, el criminal más tenebroso de Venezuela, en la galería de los Monstruos y Asesinos más temidos del siglo XX.
Fue un martirio hemerográfico, encontrar en la memoria necrológica del País, su tumba de artrópodo, con cien patas delictivas, cuando se daba por sentado que usted no regresaría jamás a matar una hija con su madre, pero el CIEMPIÉS-II, salió del infierno y reapareció en Parque Caiza, el 23 de febrero de este año 2.010.
Allí … en el Reten de Bella Vista, hacen más de 60 años, encontré los jeroglíficos demóticos de su arquitectura criminal. Allí entrevisté a los fantasmas que presenciaron sus crímenes alevosos, durante el Siglo XX.
Allí encontré también el epígrafe del Dante en la entrada de ese Infierno carcelario, esa maldita fábrica de monstruos, donde los presos venezolanos, pierden la esperanza de llegar a ser Humanos algún día, porque nacieron pobres y ese es un delito que se paga en Venezuela, con una cadena perpetua de malos gobiernos y presidentes corruptos, desde el 17 de diciembre de 1.830, cuando murió el ÚNICO Presidente Honesto que hemos tenido.
Era entonces mi Patria, cuando usted purgaba sus crímenes, Señor CIEMPIÉS, una Venezuela palúdica y tuberculosa, donde el tricolor era una bandera de honor en 7 estrellas, que después se convirtió, con la sangre de Reinaldo Solar, en un trapo rojo de 8, con el caballo de Bolívar, espantado por el totalitarismo y la corrupción desenfrenada.
Éramos ingenuamente felices y no lo sabíamos. Éramos hermanos de Abel y los hijos de Caín, conspiraban en los cuarteles todavía.
En ese País de montoneras, los hombres éramos de Maiz y no de polietileno, como ahora, señor Ciempiés, y matar mujeres no era un deporte nacional, ni violar niños era un “hobby”, ni tampoco andaban sueltos tantos asesinos como usted, porque no se habían abierto las chequeras del hampoducto post-moderno, de donde salen en serie los paranoicos cínico-militares a saquear el País todos los días, clausurando en las morgues el futuro y congelando los rostros de los niños de la calle, con ráfagas de inflación, recesión y desempleo, con apagones y sequías.
En aquel kindergarten, Señor CIEMPIÉS, con todo y sus cuentos grotescos de Pocaterra, los delincuentes todavía tenían alma y no asesinaban madres abrazadas a sus hijas, ni las despedazaban, para después quemarlas con gasolina y aspirar el gas de los infiernos, el perfume de la esquizofrenia, los vapores del Crimen Organizado, los efluvios del Sicariato.
Sin embargo, SEÑOR CIEMPIÉS, Usted tuvo el triste y desgraciado privilegio de inaugurar la Era de los Criminales sin Alma, cuando todavía éramos un Pueblo con Espiritualidad.
Una nación donde ser Honrado, se exhibía como un Título Nobiliario. Un País donde ser Honesto era un PHD ad honorem y Summa Cum Laude. Una Patria donde ser marica o corrupto, no ganaba OSCARES NI GRAMMYS, porque éramos Hijos de Bolívar, sin bolívares sucios y El Libertador, para que lo sepa Señor CIEMPIÉS, no dejó sicarios- travestis como herederos, ni ladrones- metro-sexuales ni criminales-transexuales en su Testamento. Los que hoy abundan en esta septicemia cínico-militar, son hijos transgénicos de la narcochulocracia vigente.
Es más SEÑOR CEMPIÉS, déjeme decirle que cuando lo conocí en aquel antro delictivo de Bella Vista, nunca había oído hablar de un secuestrador ni de un violador, aunque paseaba de noche por la Placita Páez, para ver mis series en el Cine Colón y enamorar las maracuchitas en las calles de mi Bello Maracaibo. En ese Maracaibo florido, Maracaibo de antaño, un niño, un anciano, un mendigo o una mujer, eran sagrados en la compasión, en el respeto y en la solidaridad colectivos.
Después, llegó La Dictadura de Pérez Jiménez, donde se perseguía, encarcelaba, torturaba y asesinaba a los activistas políticos, sin pararle a Derechos Humanos. Pero al hombre honesto y trabajador no se le atacaba y durante 10 años más, a los asesinos, violadores y secuestradores, los exterminó TARUGO con LA LEY FUGA y amanecían esterilizados en La Sibucara, con un tiro en la nuca, sin habeas corpus ni medidas sustitutivas de cabronería presidencial.
La profilaxia social de la Dictadura, extirpaba las lacras de la delincuencia marginal, sin la anestesia del populismo seudo revolucionario, sin el disfraz de AJUSTE DE CUENTAS, ni juicios prefabricados, ni sentencias dolarizadas.
Era, Señor CIEMPIÉS, usted lo supo con creces, una Dictadura Militar neofascista, eso sí, con los cojones bien puestos y sin pendéfonos, ni bufones mediáticos cotidianos ni Cadenas masturbatorias dominicales.
Cosa curiosa! Un domingo (siempre en domingo) fui al Retén de Bella Vista, como a las 2 de la tarde, a visitar a un paisano preso
Y…Usted Señor CIEMPIÉS, llegó cual “gentleman” desclasado, elegantemente vestido con un liquiqui de marfil , peinado con Bill Cream, perfumado con ATKINSSON, OLD SPICE o Colonia YARDLEY, ofreciéndonos relojes MULCO-LANCO-OMEGA-TISSOT, con brazaletes de oro de oro de 18 kilates, a precios tentadores ¡Contrabando Legal! Monopolizado por la Guardia Nacional y administrado por su ferocidad implacable de Caudillo Carcelario.
Hoy el oro carcelario no es amarillo, como el suyo, SEÑOR CIEMPIÉS, sino color amapola. PERO… Los perros del Crimen Organizado, hoy como ayer, dirigen el contrabando de armas y drogas a la libre, en sus celdas de máxima seguridad verde oliva.
Usted SEÑOR CIEMPIÉS, había sido condenado a la pena máxima, por haber asesinado a su mujer y a su hija: las había descuartizado a puñaladas. Las metió en una caja TROCEADAS y las fue a quemar en un monte vecino, según las crónicas periodísticas de aquellos tiempos.
Sin embargo, usted, ante mis ojos infantiles, no parecía tan malo ni hemofílico, entre aquella multitud de visitantes y, al contrario, era un gentil vendedor de relojes finos y prendas tentadoras, cuyos modales destilaban sangre invisible para mis pupilas ingénuas.
Usted, señor CIEMPIÉS, en medio de aquella visita de familiares apenados, parecía un Al Capone tropical, elegante, perfumado, inocente, simpático, buena gente, promocionando sus mercancías.
Aquel “glamour” misterioso, no dejaba sospechar tanta maldad en sus neuronas.
Fue necesario el devenir del tiempo, para que su horrible muerte, me diera la magnitud exacta de su psicopatía criminal.
Estudiaba, para esa fecha, tercer año de Medicina en 1.960 y en la clase de Clínica Quirúrgica, el Dr. Carlos Araujo Herrera, nos planteó un caso de Eutanasia:
Los presos del Retén de Bella Vista, cansados del sadismo del Ciempiés, se amotinaron un día y lo masacraron a puñaladas. El mazo de un martillo quedó clavado en la bóveda craneana y, sin embargo, su delirio de venganza, lo mantuvo vivo hasta llegar convulsionando al Hospital Central.
Las Hermanas de Sana Ana, quienes eran las enfermeras de aquel entonces, le tomaron una vía para mantenerlo con vida, mientras llegaba el Dr. Araujo Herrera, Cirujano de Guardia y del Retén de Bella Vista, quien seguramente lo subiría al quirófano, para retrasar la muerte inminente.
El Cirujano, psicoanalista del “Ciempiés”, por largo tiempo, llegó hasta la cabecera del preso agonizante, quien al verlo, le tomó una mano al viejo amigo y le imploraba, entre los estertores sanguinolentos del delirio premórten:
“¡Doctor…Sálveme… tengo que matarlos a todos. Esos hijos de puta van a morir chuceados y quemados a mis pies. No voy a dejar vivo a ninguno, hasta la décimoquinta generación Se lo juro mi querido amigo”.
El Médico, estremecido por aquel cuadro espeluznante, con las manos teñidas por la sangre de su paciente, ordenó le fueran retiradas las soluciones endovenosas al paciente, para acelerar su muerte:
“Aquí no hay nada que salvar. Lo mejor es dejarlo morir en paz”
Las Religiosas protestaron la medida, pero el Cirujano, mantuvo su diagnóstico de apagar aquel volcán de odio, porque, si lograba, en el supuesto negado, salvarlo, habría una carnicería macabra, apenas regresara aquella alma atormentada a su celda en Bella Vista.
“Hay vidas –nos sentenció el viejo cirujano, al finalizar su clase de Deontología Médica- que no tienen derecho a vivir, exterminando vidas inocentes. Hipócrates decía que el Médico cuando filosofa, se parece a los dioses, pues es el único ser humano que dialoga con los secretos de la vida y los misterios de la muerte. La Medicina, no es mejor ni peor que ninguna profesión. Es, sencillamente, ÚNICA. Sean, tambien ustedes, Únicos.
Yerren o acierten, pero háganlo, F.I.L.O.S.O.F.A.N.D.O”
50 años después, cuando creía haber olvidado esa Clase Magistral de Eutanasia del doctor Araujo Herrera, en espera de la muerte, el fantasma siniestro de usted SEÑOR CIEMPIÉS, me vuelve a robar el sueño: el 23 de febrero del 2.010, el CIEMPIÉS del Siglo XXI, secuestra, tortura, asesina con 5 balazos e incinera a su novia y a su suegra, tirando los despojos de las víctimas en Parque Caiza.
Si aquel CIEMPIÉS del siglo XX, me produjo terrores nocturnos, este CIEMPIÉS del siglo XXI me infartó la paz de mis 72 años.
El primer Ciempiés, era un asesino bestial, inculto, un espíritu primitivo.
Este Ciempiés de la ROBOlución, es un hijito de papi- capitán- de- navío, ladrón de carros, con apenas 22 años, secuestrador Express, ensamblado por el “establishment” y promocionado por la complicidad del Sistema Narcodemocrático: “humanístico, participativo y protagónico”.
Un play boy. Un bebé querido. Un delincuente. Todo Terreno. 5 estrellas. Un asesino Lay. Químicamente puro. De alto octanaje en impunidad oficial. De alta cilindrada en complicidad legislativa.
Como podemos deducir, en este Estado de Sitio hamponil en que sobrevivimos y en este Toque de Queda delictual en que agonizamos, entre CIEMPIÉS-PADRE Y CIEMPIÉS- HIJO, el Crimen ha logrado niveles de excelencia psiquiátrica, con tecnología de punta psicotrópica, corruptora y estupefactiva, en apenas medio siglo.
Un filósofo del Régimen, editorializó el 23-03-2.010: EL CRIMEN COMO VIRTUD, donde aprendí que la Razón es el Espíritu del Poder en el racionalismo filosófico moderno, tanto en la derecha del neoliberalismo (versión empirista), como en la versión idealista del socialismo científico de Marx, por lo cual, el Crimen es la máxima virtud de la praxis política y social, tanto en la izquierda, como en la derecha políticas.
Al CIEMPIÉS-I le aplicaron la Ley del Talión y pagó sus crímenes al contado, sin tarjetas de crédito ni débito, porque era un asesino marginal, sin tarjeta de crédito para matar, pero todo aquel asesino que no respete la vida ajena, no tiene derecho a la impunidad, ni fuero Presidencial, desde el Código de Hamurabi, hasta el Estatuto de Roma.
En cambio, al CIEMPIÉS-II, todavía prófugo, como los autores intelectuales del crimen de DANILO ANDERSON, si algún día es detenido y llevado a juicio (para guardar las apariencias), sus abogados defensores apelarán la decisión y lograrán que el joven de 22 años, obtenga una medida cautelar sustitutiva de privación de libertad, porque
cuando los crímenes se multiplican SE LEGALIZAN PROSTITUCIONALMENTE.
Cuando un escándalo tapa otro escándalo. Cuando un atraco silencia otro asalto. Cuando un corrupto se vuelve millonario, ministro, banquero y socialistero…
SEÑORES…Hemos llegado a la realización de la virtud pluscuamperfecta del Racionalismo Occidental.
Estamos en el ejercicio sistemático, radical, irrevocable, del Status Criminal más puro, perfecto y trascendental.
No hay mal, culpa ni pecado, cuando la sangre humana se derrama, cada media hora en Venezuela, si el asesino es de sangre roja-rojita.
En todo caso, si el crimen es entre pequeños seres, no pasa de ser un escandaloso asesinato en las paginas-rojas, un fatal encuentro de la víctima con su verdugo, en los arrabales del Bajo Mundo, donde proliferan los CIEMPIÉS-I.
Pero si el crimen lo comete un hijito de papi con uniforme, EL CIEMPIÉS-II se esfuma por arte de magia, traspasa las fronteras y aquí no ha pasado nada…
Señores del Jurado:
Los Ciempiés o los Milpiés del Crimen impune… desangran a Venezuela!
“QUIEN IGNORA LA VERDAD ES UN IGNORANTE. QUIEN ESCONDE LA VERDAD, ES UN CRIMINAL”.
BERTOLT BRETCH.
DR. FRANCISCO FERRER
EXPRESS
“YO DETESTO A LAS VÍCTIMAS
QUE AMAN A SUS VERDUGOS”
J. P. SARTRE
MARACAIBO…SEMANA SANTA SANTA DEL 2.010
Señor (a) EL CIEMPIÉS:
Tengo el horrible encargo de escribirle y recordarlo, cuando la Humanidad Cristiana, conmemora DOS MILENIOS del más grande crimen de la Historia Política Mundial.
Hoy, en este Calvario narcopetrolero del Sur, cuando todos los días son Viernes de Crucifixión, con un Jesús de Nazareth, asesinado en la Cruz del Narcopopulismo, cada media hora, la sangría del País crucificado, me obliga a recordar su Prontuario, porque a los Honestos, nos está prohibido olvidar los crímenes y a los Luchadores, nos está prohibido perdonar a los criminales.
Los Pueblos que olvidan a sus verdugos, terminan crucificados.
Perdone usted, señor CIEMPIÉS, hijo de Caifás, nieto de Poncio Pilatos, hijastro de Juan Vicente Gómez, que no lo llame por su nombre de pila, sino por su apodo carcelario, porque su apelativo, si pudiera merecerlo, no he podido localizarlo en ninguna placenta humana. Ni en ninguna Maternidad. Ni en ningún cementerio. Ni siquiera en las cenizas del viento, donde flotan las almas en pena.
Sólo pude encontrarlo en el Hipocampo, esa catacumba temporal de la memoria, el disco duro de los Recuerdos, donde usted fue, hasta el 23 de febrero del 2.010, el CIEMPIÉS-I, el criminal más tenebroso de Venezuela, en la galería de los Monstruos y Asesinos más temidos del siglo XX.
Fue un martirio hemerográfico, encontrar en la memoria necrológica del País, su tumba de artrópodo, con cien patas delictivas, cuando se daba por sentado que usted no regresaría jamás a matar una hija con su madre, pero el CIEMPIÉS-II, salió del infierno y reapareció en Parque Caiza, el 23 de febrero de este año 2.010.
Allí … en el Reten de Bella Vista, hacen más de 60 años, encontré los jeroglíficos demóticos de su arquitectura criminal. Allí entrevisté a los fantasmas que presenciaron sus crímenes alevosos, durante el Siglo XX.
Allí encontré también el epígrafe del Dante en la entrada de ese Infierno carcelario, esa maldita fábrica de monstruos, donde los presos venezolanos, pierden la esperanza de llegar a ser Humanos algún día, porque nacieron pobres y ese es un delito que se paga en Venezuela, con una cadena perpetua de malos gobiernos y presidentes corruptos, desde el 17 de diciembre de 1.830, cuando murió el ÚNICO Presidente Honesto que hemos tenido.
Era entonces mi Patria, cuando usted purgaba sus crímenes, Señor CIEMPIÉS, una Venezuela palúdica y tuberculosa, donde el tricolor era una bandera de honor en 7 estrellas, que después se convirtió, con la sangre de Reinaldo Solar, en un trapo rojo de 8, con el caballo de Bolívar, espantado por el totalitarismo y la corrupción desenfrenada.
Éramos ingenuamente felices y no lo sabíamos. Éramos hermanos de Abel y los hijos de Caín, conspiraban en los cuarteles todavía.
En ese País de montoneras, los hombres éramos de Maiz y no de polietileno, como ahora, señor Ciempiés, y matar mujeres no era un deporte nacional, ni violar niños era un “hobby”, ni tampoco andaban sueltos tantos asesinos como usted, porque no se habían abierto las chequeras del hampoducto post-moderno, de donde salen en serie los paranoicos cínico-militares a saquear el País todos los días, clausurando en las morgues el futuro y congelando los rostros de los niños de la calle, con ráfagas de inflación, recesión y desempleo, con apagones y sequías.
En aquel kindergarten, Señor CIEMPIÉS, con todo y sus cuentos grotescos de Pocaterra, los delincuentes todavía tenían alma y no asesinaban madres abrazadas a sus hijas, ni las despedazaban, para después quemarlas con gasolina y aspirar el gas de los infiernos, el perfume de la esquizofrenia, los vapores del Crimen Organizado, los efluvios del Sicariato.
Sin embargo, SEÑOR CIEMPIÉS, Usted tuvo el triste y desgraciado privilegio de inaugurar la Era de los Criminales sin Alma, cuando todavía éramos un Pueblo con Espiritualidad.
Una nación donde ser Honrado, se exhibía como un Título Nobiliario. Un País donde ser Honesto era un PHD ad honorem y Summa Cum Laude. Una Patria donde ser marica o corrupto, no ganaba OSCARES NI GRAMMYS, porque éramos Hijos de Bolívar, sin bolívares sucios y El Libertador, para que lo sepa Señor CIEMPIÉS, no dejó sicarios- travestis como herederos, ni ladrones- metro-sexuales ni criminales-transexuales en su Testamento. Los que hoy abundan en esta septicemia cínico-militar, son hijos transgénicos de la narcochulocracia vigente.
Es más SEÑOR CEMPIÉS, déjeme decirle que cuando lo conocí en aquel antro delictivo de Bella Vista, nunca había oído hablar de un secuestrador ni de un violador, aunque paseaba de noche por la Placita Páez, para ver mis series en el Cine Colón y enamorar las maracuchitas en las calles de mi Bello Maracaibo. En ese Maracaibo florido, Maracaibo de antaño, un niño, un anciano, un mendigo o una mujer, eran sagrados en la compasión, en el respeto y en la solidaridad colectivos.
Después, llegó La Dictadura de Pérez Jiménez, donde se perseguía, encarcelaba, torturaba y asesinaba a los activistas políticos, sin pararle a Derechos Humanos. Pero al hombre honesto y trabajador no se le atacaba y durante 10 años más, a los asesinos, violadores y secuestradores, los exterminó TARUGO con LA LEY FUGA y amanecían esterilizados en La Sibucara, con un tiro en la nuca, sin habeas corpus ni medidas sustitutivas de cabronería presidencial.
La profilaxia social de la Dictadura, extirpaba las lacras de la delincuencia marginal, sin la anestesia del populismo seudo revolucionario, sin el disfraz de AJUSTE DE CUENTAS, ni juicios prefabricados, ni sentencias dolarizadas.
Era, Señor CIEMPIÉS, usted lo supo con creces, una Dictadura Militar neofascista, eso sí, con los cojones bien puestos y sin pendéfonos, ni bufones mediáticos cotidianos ni Cadenas masturbatorias dominicales.
Cosa curiosa! Un domingo (siempre en domingo) fui al Retén de Bella Vista, como a las 2 de la tarde, a visitar a un paisano preso
Y…Usted Señor CIEMPIÉS, llegó cual “gentleman” desclasado, elegantemente vestido con un liquiqui de marfil , peinado con Bill Cream, perfumado con ATKINSSON, OLD SPICE o Colonia YARDLEY, ofreciéndonos relojes MULCO-LANCO-OMEGA-TISSOT, con brazaletes de oro de oro de 18 kilates, a precios tentadores ¡Contrabando Legal! Monopolizado por la Guardia Nacional y administrado por su ferocidad implacable de Caudillo Carcelario.
Hoy el oro carcelario no es amarillo, como el suyo, SEÑOR CIEMPIÉS, sino color amapola. PERO… Los perros del Crimen Organizado, hoy como ayer, dirigen el contrabando de armas y drogas a la libre, en sus celdas de máxima seguridad verde oliva.
Usted SEÑOR CIEMPIÉS, había sido condenado a la pena máxima, por haber asesinado a su mujer y a su hija: las había descuartizado a puñaladas. Las metió en una caja TROCEADAS y las fue a quemar en un monte vecino, según las crónicas periodísticas de aquellos tiempos.
Sin embargo, usted, ante mis ojos infantiles, no parecía tan malo ni hemofílico, entre aquella multitud de visitantes y, al contrario, era un gentil vendedor de relojes finos y prendas tentadoras, cuyos modales destilaban sangre invisible para mis pupilas ingénuas.
Usted, señor CIEMPIÉS, en medio de aquella visita de familiares apenados, parecía un Al Capone tropical, elegante, perfumado, inocente, simpático, buena gente, promocionando sus mercancías.
Aquel “glamour” misterioso, no dejaba sospechar tanta maldad en sus neuronas.
Fue necesario el devenir del tiempo, para que su horrible muerte, me diera la magnitud exacta de su psicopatía criminal.
Estudiaba, para esa fecha, tercer año de Medicina en 1.960 y en la clase de Clínica Quirúrgica, el Dr. Carlos Araujo Herrera, nos planteó un caso de Eutanasia:
Los presos del Retén de Bella Vista, cansados del sadismo del Ciempiés, se amotinaron un día y lo masacraron a puñaladas. El mazo de un martillo quedó clavado en la bóveda craneana y, sin embargo, su delirio de venganza, lo mantuvo vivo hasta llegar convulsionando al Hospital Central.
Las Hermanas de Sana Ana, quienes eran las enfermeras de aquel entonces, le tomaron una vía para mantenerlo con vida, mientras llegaba el Dr. Araujo Herrera, Cirujano de Guardia y del Retén de Bella Vista, quien seguramente lo subiría al quirófano, para retrasar la muerte inminente.
El Cirujano, psicoanalista del “Ciempiés”, por largo tiempo, llegó hasta la cabecera del preso agonizante, quien al verlo, le tomó una mano al viejo amigo y le imploraba, entre los estertores sanguinolentos del delirio premórten:
“¡Doctor…Sálveme… tengo que matarlos a todos. Esos hijos de puta van a morir chuceados y quemados a mis pies. No voy a dejar vivo a ninguno, hasta la décimoquinta generación Se lo juro mi querido amigo”.
El Médico, estremecido por aquel cuadro espeluznante, con las manos teñidas por la sangre de su paciente, ordenó le fueran retiradas las soluciones endovenosas al paciente, para acelerar su muerte:
“Aquí no hay nada que salvar. Lo mejor es dejarlo morir en paz”
Las Religiosas protestaron la medida, pero el Cirujano, mantuvo su diagnóstico de apagar aquel volcán de odio, porque, si lograba, en el supuesto negado, salvarlo, habría una carnicería macabra, apenas regresara aquella alma atormentada a su celda en Bella Vista.
“Hay vidas –nos sentenció el viejo cirujano, al finalizar su clase de Deontología Médica- que no tienen derecho a vivir, exterminando vidas inocentes. Hipócrates decía que el Médico cuando filosofa, se parece a los dioses, pues es el único ser humano que dialoga con los secretos de la vida y los misterios de la muerte. La Medicina, no es mejor ni peor que ninguna profesión. Es, sencillamente, ÚNICA. Sean, tambien ustedes, Únicos.
Yerren o acierten, pero háganlo, F.I.L.O.S.O.F.A.N.D.O”
50 años después, cuando creía haber olvidado esa Clase Magistral de Eutanasia del doctor Araujo Herrera, en espera de la muerte, el fantasma siniestro de usted SEÑOR CIEMPIÉS, me vuelve a robar el sueño: el 23 de febrero del 2.010, el CIEMPIÉS del Siglo XXI, secuestra, tortura, asesina con 5 balazos e incinera a su novia y a su suegra, tirando los despojos de las víctimas en Parque Caiza.
Si aquel CIEMPIÉS del siglo XX, me produjo terrores nocturnos, este CIEMPIÉS del siglo XXI me infartó la paz de mis 72 años.
El primer Ciempiés, era un asesino bestial, inculto, un espíritu primitivo.
Este Ciempiés de la ROBOlución, es un hijito de papi- capitán- de- navío, ladrón de carros, con apenas 22 años, secuestrador Express, ensamblado por el “establishment” y promocionado por la complicidad del Sistema Narcodemocrático: “humanístico, participativo y protagónico”.
Un play boy. Un bebé querido. Un delincuente. Todo Terreno. 5 estrellas. Un asesino Lay. Químicamente puro. De alto octanaje en impunidad oficial. De alta cilindrada en complicidad legislativa.
Como podemos deducir, en este Estado de Sitio hamponil en que sobrevivimos y en este Toque de Queda delictual en que agonizamos, entre CIEMPIÉS-PADRE Y CIEMPIÉS- HIJO, el Crimen ha logrado niveles de excelencia psiquiátrica, con tecnología de punta psicotrópica, corruptora y estupefactiva, en apenas medio siglo.
Un filósofo del Régimen, editorializó el 23-03-2.010: EL CRIMEN COMO VIRTUD, donde aprendí que la Razón es el Espíritu del Poder en el racionalismo filosófico moderno, tanto en la derecha del neoliberalismo (versión empirista), como en la versión idealista del socialismo científico de Marx, por lo cual, el Crimen es la máxima virtud de la praxis política y social, tanto en la izquierda, como en la derecha políticas.
Al CIEMPIÉS-I le aplicaron la Ley del Talión y pagó sus crímenes al contado, sin tarjetas de crédito ni débito, porque era un asesino marginal, sin tarjeta de crédito para matar, pero todo aquel asesino que no respete la vida ajena, no tiene derecho a la impunidad, ni fuero Presidencial, desde el Código de Hamurabi, hasta el Estatuto de Roma.
En cambio, al CIEMPIÉS-II, todavía prófugo, como los autores intelectuales del crimen de DANILO ANDERSON, si algún día es detenido y llevado a juicio (para guardar las apariencias), sus abogados defensores apelarán la decisión y lograrán que el joven de 22 años, obtenga una medida cautelar sustitutiva de privación de libertad, porque
cuando los crímenes se multiplican SE LEGALIZAN PROSTITUCIONALMENTE.
Cuando un escándalo tapa otro escándalo. Cuando un atraco silencia otro asalto. Cuando un corrupto se vuelve millonario, ministro, banquero y socialistero…
SEÑORES…Hemos llegado a la realización de la virtud pluscuamperfecta del Racionalismo Occidental.
Estamos en el ejercicio sistemático, radical, irrevocable, del Status Criminal más puro, perfecto y trascendental.
No hay mal, culpa ni pecado, cuando la sangre humana se derrama, cada media hora en Venezuela, si el asesino es de sangre roja-rojita.
En todo caso, si el crimen es entre pequeños seres, no pasa de ser un escandaloso asesinato en las paginas-rojas, un fatal encuentro de la víctima con su verdugo, en los arrabales del Bajo Mundo, donde proliferan los CIEMPIÉS-I.
Pero si el crimen lo comete un hijito de papi con uniforme, EL CIEMPIÉS-II se esfuma por arte de magia, traspasa las fronteras y aquí no ha pasado nada…
Señores del Jurado:
Los Ciempiés o los Milpiés del Crimen impune… desangran a Venezuela!
“QUIEN IGNORA LA VERDAD ES UN IGNORANTE. QUIEN ESCONDE LA VERDAD, ES UN CRIMINAL”.
BERTOLT BRETCH.
DR. FRANCISCO FERRER
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