Feliz Año Nuevo a los artesanos de utopías,
cuyas manos callosas desentierran girasoles de los pantanos de la
ambigüedad; a las mujeres buscadoras de afectos recónditos, divas
milagrosas del bien-amar gratuito; a los niños sobrevivientes en los
corazones de todas las edades; y a los guardianes de silencios meditativos.
cuyas manos callosas desentierran girasoles de los pantanos de la
ambigüedad; a las mujeres buscadoras de afectos recónditos, divas
milagrosas del bien-amar gratuito; a los niños sobrevivientes en los
corazones de todas las edades; y a los guardianes de silencios meditativos.
Feliz Año Nuevo a los magos de la delicadeza y a los que tejen lazos de
cintas con las líneas del tiempo; a los auscultadores del rumor de
ángeles y a los portadores de altivez luminosa montados en caballos de
fuego.
Feliz Año Nuevo a los peregrinos de caminos desprovistos de oscuridad; a
los buscadores de conchas en las playas solariegas de la saciedad ética;
a los desatadores de nosotros en los pliegues del espíritu; a los
heraldos de buenas nuevas y a los espantadores del infortunio.
Feliz Año Nuevo a quien se asoma a la ventana del alma para contemplar
su propio amanecer; a los navegantes cuyas velas se mueven gracias al
soplo del Espíritu; a los sembradores de horizontes translúcidos; a las
bordadoras de ternura en el suelo pedregoso de nuestras desventuras.
Feliz Año Nuevo a los acampados en el vasto territorio de la insensatez,
rehenes de egos inflados; a los acróbatas de extravagantes conjeturas,
esclavos de sus altisonantes ilusiones; a los autores de la
incongruencia cívica, inveterados jugadores del escarnio.
Feliz Año Nuevo a los corazones seducidos por el toque del amor divino;
a los voluntarios de la generosidad, indicadores de caminos en las vías
laberínticas de nuestros desaciertos; a los profetas inflexibles a la
embriaguez de la rutina, intrépidos cultivadores de la esperanza.
Feliz Año Nuevo a los confiteros de dulces anuncios entre tantas
desilusiones; a los artistas de la sobriedad, ajenos a las luces
llamativas de la hipocresía; a los orfebres de la belleza preñada de
densidad subjetiva; a los maestros de la sabiduría impelidos por la
brisa suave impregnada de sabor a miel.
Feliz Año Nuevo a los filósofos desalfabetizados de erudición, atentos a
los vuelos de la inteligencia para trascender la razón; a los adeptos a
la mística vacía de imágenes y palabras; a los gitanos de Dios cuyos
pasos recorren las sendas mistéricas de la amorosidad inefable.
Feliz Año Nuevo a quien se niega a proferir el discurso ácido de la
designificación del otro; a los habitantes de aldeas líricas, en cuyo
amanecer suenan cantos compasivos; a los eremitas del desconsuelo,
alimentados por el Verbo que se hace carne; a los hábiles alpinistas de
la imaginación, en cuyas artes la vida se transmuta en alegorías.
Feliz Año Nuevo a los cazadores de confidencias, atentos a los detalles
de la gentileza; a los orfebres de la elegancia, cuyas palabras exhalan
fragancias perfumadas; a los centinelas del asombro, agraciados por el
don de identificar la vida como milagro; a los artífices de la fantasía,
transustanciadotes de nuestras emociones más telúricas.
Feliz Año Nuevo a quien calla los despropósitos ajenos, incapaz de
transformar la propia lengua en piedra de tropiezo; a los navegantes de
devaneos románticos, embriagados de poesía; y a los arquitectos del
futuro, dedicados al proyecto de la ceremonia nupcial de la libertad con
la justicia.
Feliz Año Nuevo a los artistas de la insensatez capaces de imprimir a la
vida carácter lúdico; a los aplicados caballeros de la filosofía de la
risa, de los cuales emana el júbilo de vivir; y a los acongojados
encendedores de luminarias, discípulos indignados de Diógenes.
Feliz Año Nuevo a quien trasiega a despecho de los pusilánimes,
entregado a la osadía de reinventar la existencia después de cada
fracaso; y al guardia del farol en pleno mar revuelto, cuyo haz de luz
abre vías doradas en la superficie de las aguas; y a las mujeres de
corazones acunados por la preferencia de Cupido.
Feliz Año Nuevo a los ojos vigilantes al ocaso ambiental, en los que las
lágrimas serán resecadas por el hollín de chimeneas lucrativas; a los
desenjauladores de pájaros, intrépidos pilotos de vuelos alucinados; y a
los serviciales de la gratitud, militantes del altruismo compasivo.
Feliz Año Nuevo a quien tuvo un año infeliz, herido por dolores y
lágrimas, empantanado por desesperanzas y sendas oscuras: Dios quiera
que ahora pueda rescatar lo mejor de sí, religarse al Trascendente y
hacer del amor la razón de su renacer a la vida.
(Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Un hombre llamado Jesús”, entre
otros libros.
ALAI AMLATINA, 04/01/2010.-
- Frei Betto es escritor, autor de “Un hombre llamado Jesús”, entre
otros libros.
ALAI AMLATINA, 04/01/2010.-
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