Copenhague se convirtió durante los 12 días que abarcó la Cumbre sobre Cambio Climático en el centro de atención más importante del mundo, con una intensidad mayor aun a la que caracterizó a la llamada Cumbre de la Tierra sobre el mismo tema, celebrado en junio de 1992 en Río de Janeiro, y la evidencia de un hecho muy positivo, independientemente de los resultados de la misma: la concienciación de la mayoría de los pueblos del mundo sobre la necesidad de realizar contundentes esfuerzos para frenar el progresivo deterioro ambiental del planeta que habitamos.
Intentando un breve resumen de todo lo acontecido en la capital danesa, podemos señalar que lo cumbre de Copenhague estuvo representado en primer lugar, en la masiva asistencia de personas que se congregaron en esa ciudad, 15.000 entre delegados de casi 200 países, ONG (excluidas tres días antes de la culminación de la Conferencia) y periodistas, para asistir a la reunión formal convocada por la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas acerca del calentamiento global (COP15) , y alrededor de 5.000 convocados por las organizaciones Amigos de la Tierra Internacional, Red Internacional de Género y Comercio y La Marcha Mundial de las Mujeres, entre otras, que se conformaron con participar en la conferencia de la sociedad civil paralela a la COP15 para disparar proclamas y recibir a cambio bombas lacrimógenas lanzadas por las fuerzas policiales locales.
Así, mientras en el Bella Centre, recinto oficial de la Cumbre, delegados oficiales trataban de llegar a acuerdos sobre los cinco puntos básicos con triquiñuelas de representantes de algunos países que formaban conciliábulos para cocinar formulas ventajistas; del otro lado, el gran voluntariado representativo de comunidades indígenas, trabajadores rurales, grupos de mujeres, participaban en la conferencia de la sociedad civil paralela a la COP-15 el Klimaforum, en la sede de un gimnasio de la ciudad habilitada para tal fin, y con desplazamientos por las calles de la ciudad formulaban propuestas cargadas de gran contenido ambientalista.
Los puntos más álgidos para la concreción de acuerdos se refirieron especialmente a:
-Reducción de las emisiones de CO2. Los países en desarrollo mantuvieron su aspiración de que los países ricos recorten sus emisiones en al menos 25%, lo cual rechazaron la mayor+ía de los países desarrollados.
-Verificación de los recortes. Punto en el cual Estados Unidos y China siempre han sido renuentes a aceptar. El primero por considerar que no debe mantenerse la consideración que beneficia a China, debido a la condición de país “emergente” que le otorga a China el protocolo de Kioto; mientras que el segundo, sigue alega razones de subsistencia para su población.
-Fondo de adaptación para los países pobres. Los países pobres aspiran más de lo que han ofrecido los países ricos (US$100.000 millones para 2020) y exigen ayuda directa. Los países desarrollados prefieren ayuda en forma de esquemas como los de compensación de carbono, que es rechazado por los países pobres.
-Límite del aumento de la temperatura. Los países en desarrollo se oponen a que suba más de 1,5ºC, los países desarrollados se inclinan por 2ºC y más recientemente admiten que aumentará en 3ºC.
-Vigencia de Kioto. Los países en desarrollo quieren que no se haga a un lado este protocolo, los desarrollados prefieren un texto nuevo.
Propuestas paralelas
Entre las principales propuestas surgidas del grupo paralelo, así como de delegados de los países más pobres, destacan las de la representación boliviana, las cuales tuvieron gran acogida, de: constituir un tribunal internacional de justicia climática para castigar los delitos ambientales y ecológicos, así como instituir los derechos de la Pacha Mama mediante la firma de una declaración universal de los derechos de la Madre Tierra. Indígenas bolivianos presentes en el Klimaforum intervinieron para denunciar los efectos del recalentamiento planetario que ya están sufriendo por causa del derretimiento de glaciares, falta de agua, cambio en los ciclos de las cosechas y nuevas enfermedades que afectan a los animales y aniquilan sus precarios recursos.
Asimismo, fue un pronunciamiento general de los países en desarrollo y de los “menos adelantados” de exigir que las naciones industrializadas paguen su “deuda climática, estableciendo compromisos de financiamiento de tecnologías, atención de desastres y otras medidas para reducir sustancialmente las emisiones contaminantes. Otra aspiración convertida en propuesta de los países pobres fue la de exigir que los acuerdos de esta Cumbre tuvieran carácter vinculante, es decir obligante, lo cual no se logró. Éstas fueron exigencias planteadas con mayor dramatismo por Tuvalu, pequeño estado insular del Pacífico, condenado a desaparecer entre los principales afectados por el aumento del nivel del mar a causa del derretimiento de los glaciares.
Amigos de la Tierra Internacional denunció el mercado de carbono como una solución falsa a la crisis climática, e instó a los gobiernos a buscar soluciones justas y sostenibles Este mecanismo, contemplado en el protocolo de Kioto, permite a los países y empresas contaminantes registrar como reducciones de sus emisiones de gases de efecto invernadero la financiación de proyectos limpios en otros países. La mayoría de los manifestantes, cubiertos con capas plásticas de color azul y verde, avanzaron por las calles de Copenhague con pancartas y liderados por una cuerda de tambores de candombe, música típica uruguaya de origen africano ejecutada por miembros de la colectividad latinoamericana residente en la vecina Suecia, de acuerdo con el reporte de IPS.
Los países africanos, cuyos delegados armaron el gran alboroto que obligó a suspender la sesión principal del día 15, al protestar por lo que consideraron un intento de los países ricos de acabar con el Protocolo de Kioto para reducir los gases de efecto invernadero, reclamaron a las naciones industrializadas más de cinco por ciento al año del producto interno bruto de cada uno por su deuda histórica con el ambiente y seguir causando daño. Según estimaciones, se trataría de alrededor de dos billones de dólares al año hasta 2050 para adaptación, mitigación y transferencia tecnológica.
Las activistas de Brasil y Guatemala, Marta Lago y Norma Maldonado, representantes de la Red Internacional de Género y Comercio, plantearon ante el Klimaforum, la necesidad de cambiar los términos del intercambio comercial entre los países: “No necesitamos cambiar el clima, necesitamos cambiar el comercio”, proclamaron. Marta y Norma cuestionaron los tratados de libre comercio firmados por países latinoamericanos con Estados Unidos y la Unión Europea, por cuanto consideran que éstos son fuentes de pobreza y pérdida de biodiversidad porque implican el desarrollo de megaproyectos de extracción de recursos naturales, intensivos en uso de agua y contaminantes que agravan los efectos del cambio climático.
En una onda similar se pronunció la representante de La Marcha Mundial de las Mujeres, Miriam Nobre quién de entrada calificó a la Cumbre como una "gran feria de soluciones", donde la gente evita hablar del problema de fondo que, en su opinión no es otro sino el cambio del modelo de desarrollo. Según lo indicó, la presencia de su organización feminista internacional, que aglutina a representantes de 71 países, obedeció a su decisión de denunciar “las falsas soluciones a los cambios climáticos, que tienen que ver con la expansión de los monocultivos, los agrocombustibles y la privatización de la naturaleza, como los créditos de carbono”
Ecuador, por su parte, presentó su proyecto Yasuní-ITT, a través del cual se pretende dejar bajo tierra, sin explotar, un importante yacimiento de petróleo en un sector de la Amazonía, considerada una de las zonas de mayor biodiversidad y pulmón del mundo. Para ello, reclamó una compensación de la comunidad internacional por no explotar el campo Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT), situado en el Parque Nacional Yasuní, en el norte de la Amazonía ecuatoriana. Igualmente, Ecuador presentó su programa en desarrollo de mitigación "Socio-Bosque", que financia la protección de ese recurso en manos de los campesinos, y el plan "Cero Combustible en Galápagos", que busca eliminar la energía con base en carburantes en dicho archipiélago.
Gilberto Carreño / Círculo Ambiental
martes, 5 de enero de 2010
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