jueves, 20 de agosto de 2009

TRANSGÉNICOS: El prontuario criminal de Monsanto

Transgénicos: El prontuario criminal de Monsanto
Jue 20/08/2009 - 00:17

Por:
Fernando Glenza
Una reciente resolución de las autoridades científicas de Argentinainvita a recordar la historia negra de esta transnacionalnorteamericana que atenta contra el medio ambiente y la vida.
Monsanto se presenta a sí misma como una empresa visionaria, unafuerza de la historia mundial que trabaja para aportar ciencia devanguardia y una actitud ambientalmente responsable a la solución delos problemas más urgentes de la humanidad. Pero, ¿qué es en realidadMonsanto? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo llegó a ser el segundo productormundial de agroquímicos y uno de los principales proveedores desemillas en el planeta?. ¿Es Monsanto la compañía "limpia y verde" queproclaman sus anuncios, o los mismos apenas representan una operaciónde imagen que oculta la naturaleza criminal de la compañía?
En una Resolución del 13 de diciembre de 2004, el Comité Nacional deEtica en la Ciencia y la Tecnología (CECTE), dependiente delMinisterio de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina, tomóconocimiento de la convocatoria al Premio "Animarse a Emprender",instituido por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas,Educativas y Técnicas (CONICET) y la empresa Monsanto, que otorgaba 30mil dólares al mejor proyecto en el área de biotecnología y medioambiente, y recogió las inquietudes formuladas sobre este premio poralgunos investigadores.
En atención a esas consideraciones, el CECTE estimó que es"inconveniente" que una institución pública de la ciencia y latecnología se asocie en el otorgamiento de premios a la investigacióncientífica o tecnológica con organizaciones o empresas que "son objetode cuestionamientos éticos por sus responsabilidades y accionesconcretas en detrimento del bienestar general y el medioambiente".
Monsanto es la compañía que introdujo al mercado la primera generaciónde cultivos transgénicos, convirtiéndose en el líder mundial en lapromoción de biotecnología en la agricultura. Actualmente, es el mayorvendedor mundial de semillas transgénicas en Latinoamérica, EstadosUnidos y Canadá. Sus cultivos representan más del 90 por ciento detodos los cultivos transgénicos del mundo. Los cultivos resistentes asu herbicida "glifosato", como la "soja RR" (Roundup Ready) y el "maízRR", sólo promueven la agricultura industrial de insumo-dependencia.Una mirada a su historia nos dará algunas claves reveladoras, y puedeayudarnos a entender mejor las prácticas actuales de la compañía.
Un resumen de la detallada investigación realizada por Brian Tokar,autor de "Earth for Sale" (South End Press, 1997) y "The GreenAlternative" (New Society Publishers, 1992), yprofesor de EcologíaSocial en el Goddard College, de Plainfield, Vermont, Estados Unidos,muestra una verdadera colección de atrocidades perpetradas por estamultinacional de gran ingerencia actual en Latinoamérica.
Con sede en San Louis, Missouri, Estados Unidos, Monsanto ChemicalCompany fue fundada en 1901 por John Francis Queeny, un químicoautodidacta que llevó la tecnología de la fabricación de sacarina, elprimer edulcorante artificial, de Alemania a Estados Unidos. En losaños 20, Monsanto se convirtió en uno de los principales fabricantesde ácido sulfúrico y de otros productos básicos de la industriaquímica, y desde la década del 40 hasta nuestros días, es una de lascuatro únicas compañías que han estado siempre entre las 10 primerasempresas químicas de Estados Unidos.
En los años 40, el negocio de Monsanto giraba en torno a los plásticosy las fibras sintéticas. En 1947, un carguero francés que transportabanitrato de amonio (utilizado como fertilizante) explotó en un muelle aunos 90 metros de la fábrica de plásticos de Monsanto en las afuerasde Galveston, en Texas. Más de 500 personas murieron en lo que llegó aser considerado como uno de los más grandes desastres de la industriaquímica. La planta producía estireno y plásticos de poliestireno, queaún se usan para envases de alimentos y otros productos de consumomasivo. En los años 80, la Agencia de Protección del Medio Ambiente delos Estados Unidos (EPA), colocó al poliestireno en el quinto lugar dela clasificación de productos químicos cuya producción genera lasmayores cantidades totales de residuos peligrosos.
En 1929, la Swann Chemical Company, adquirida poco después porMonsanto, desarrolló los bifenilos policlorados (PCBs por sus siglasen inglés), que fueron muy alabados por su estabilidad química y suininflamabilidad. Su uso más frecuente se dio en la industria deequipos eléctricos, que escogió a los PCBs como refrigerantesincombustibles de una nueva generación de transformadores. En eltranscurso de los años 60, los compuestos de la cada vez más numerosafamilia de los PCBs de Monsanto fueron también usados comolubricantes, líquidos hidráulicos, aceites lubricantes deherramientas, revestimientos impermeables y selladores líquidos. Laspruebas de los efectos tóxicos de los PCBs se remontan a los años 30,cuando científicos suecos que estudiaban los efectos biológicos delDDT comenzaron a hallar concentraciones significativas de PCBs en lasangre, pelo y tejidos grasos de los animales silvestres.
La investigación durante los años 60 y 70 reveló que los PCBs y otroscompuestos organoclorados aromáticos eran carcinógenos poderosos, ytambién los relacionó con un amplio conjunto de trastornosreproductivos, de desarrollo y del sistema inmunológico. La afinidadquímica de estos compuestos por las grasas es responsable de susenormes tasas de acumulación y bioconcentración, así como de suexpansión a través de la cadena alimenticia marina en el mundo. Aunquela fabricación de PCBs se prohibió en Estados Unidos en 1976, susefectos tóxicos y perturbadores del sistema endocrino persisten entodo el mundo.
La relación de Monsanto con la dioxina se remonta a la fabricación delherbicida 2,4,5-T, que comenzó a finales de la década de los 40. Casiinmediatamente, los trabajadores comenzaron a enfermar, con erupcionesen la piel, dolores inexplicables en las extremidades, articulacionesy otras partes del cuerpo, debilidad, irritabilidad, nerviosismo ypérdida del deseo sexual. Documentos internos muestran que la compañíasabía que aquellas personas estaban realmente tan enfermas comodecían, pero la empresa mantuvo todas las pruebas ocultas. Elcontaminante responsable de las dolencias de los trabajadores no fueidentificado como dioxina hasta 1957, pero antes de esa fecha, losespecialistas en guerra química del ejército de los Estados Unidos sehabían interesado por dicha sustancia como una posible arma química.
Monsanto envenenó Vietnam. El herbicida conocido como Agente Naranja,que fue usado por las fuerzas militares estadounidenses para defoliarlos ecosistemas de selva tropical de Vietnam durante los años 60, erauna mezcla de 2,4,5-T y 2,4-D que provenía de varias fuentes, pero elAgente Naranja de Monsanto tenía concentraciones de dioxina muchasveces superiores al producido por Dow Chemical, el otro gran productordel defoliante. Esto convirtió a Monsanto en el principal acusado enla demanda interpuesta por veteranos de la guerra del Vietnam, queexperimentaron un conjunto de síntomas de debilidad atribuibles a laexposición al Agente Naranja. Cuando en 1984 se alcanzó un acuerdo deindemnización por valor de 180 millones de dólares entre sietecompañías químicas y los abogados de los veteranos, la justicia ordenóa Monsanto pagar el 45,5 por ciento del total. Por supuesto, a lostribunales de Estados Unidos ni se los ocurrió que a una mayorindemnización tenían derecho la sociedad y el Estado de Vietnam.
El Roundup es el herbicida más vendido del mundo. Actualmente, losherbicidas de glifosato, tales como el Roundup, representan al menosuna sexta parte de las ventas anuales totales de Monsanto, y la mitadde los ingresos por operaciones de la compañía, o quizá algo más,desde que la misma delegó sus actividades en torno a productosquímicos industriales y tejidos sintéticos en una empresa aparte,llamada Solutia (en septiembre de 1997). Monsanto promocionaagresivamente el Roundup como un herbicida seguro y de uso general encualquier lugar, desde céspedes y huertas hasta grandes bosques.
En 1997, Monsanto respondió a cinco años de quejas del fiscal generaldel estado de Nueva York relativas a que sus anuncios del Roundup eranengañosos, cambiando sus anuncios en el sentido de borrar lasreferencias a la "biodegradabilidad" y al carácter "ambientalmentepositivo" del herbicida. La serie de grandes multas y decisionesjudiciales contra Monsanto en Estados Unidos incluyenresponsabilidades en casos de muerte por leucemia, multas de 40millones de dólares por el vertido de productos peligrosos al medioambiente, y muchos otros episodios. En 1995, Monsanto era la quintaempresa de Estados Unidos en el inventario de vertidos tóxicos de laEPA, con millones de kilogramos de productos químicos tóxicosdescargados sobre la tierra, en el aire, en el agua y en el subsuelo.
Los productos farmacéuticos de Monsanto tienen también un historialinquietante. El producto estrella de la compañía farmacéutica Searle,subsidiaria de Monsanto, es el edulcorante artificial "aspartame",vendido bajo los nombres comerciales de Nutrasweet y Equal. En 1981,cuatro años antes de que Monsanto comprase Searle, un comitéconsultivo de la FDA (Food and Drug Administration) compuesto porcientíficos independientes, confirmó informes que afirmaban que elaspartame podría inducir tumores cerebrales.
La FDA retiró a Searle la licencia de venta del aspartame, pero estadecisión fue anulada por un nuevo comisionado nombrado por el entoncespresidente Ronald Reagan. En ese momento el actual secretario deDefensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, era el presidente de lacompañía.
Un estudio de 1996 publicado en la revista científica Journal ofNeuropathology and Experimental Neurology ha suscitado de nuevo lapreocupación, relacionando el aspartame con un incremento súbito decánceres cerebrales a poco de introducirse la substancia. La Unidad deInvestigación sobre Política Científica de la Universidad de Sussex,Inglaterra, cita una serie de informes de los años 80, que relacionanel aspartame con un conjunto amplio de reacciones adversas enconsumidores sensibles, incluyendo dolores de cabeza, visión borrosa,entumecimiento, pérdida de audición, espasmos musculares y ataquesinducidos de tipo epiléptico, entre otras muchas dolencias.
La agresiva promoción que Monsanto realiza de sus productosbiotecnológicos, desde la hormona recombinante del crecimiento bovino(rBGH) a la soja "Roundup Ready" y a sus variedades de algodónresistentes a los insectos, resulta a ojos de cualquier observadorcomo una continuación de sus largas décadas de prácticas éticamentediscutibles.
Originalmente, Monsanto fue una de las cuatro empresas que queríanintroducir en el mercado una hormona sintética del crecimiento bovino,producida por la bacteria E. coli, manipulada genéticamente paraproducir la proteína bovina. El esfuerzo de Monsanto, que duró 14años, para lograr la aprobación de la FDA a la comercialización de laBGH recombinante, estuvo lleno de controversias, llegándose adenunciar un esfuerzo coordinado para suprimir información sobre losefectos perjudiciales de la hormona.
La hormona de Monsanto se aprobó por la FDA para su venta comercial aprincipios de 1994. El año siguiente, la Unión de Agricultores deWisconsin, hizo público un estudio de las experiencias de losgranjeros con la droga. Sus hallazgos excedieron los 21 problemaspotenciales de salud que Monsanto fue obligada a incluir en laetiqueta de advertencia de su marca Posilac (nombre comercial de larBGH). Se obtuvieron muchos informes de muertes espontáneas entrevacas tratadas con rBGH, alta incidencia de infecciones de ubres,graves dificultades metabólicas y problemas en los partos y, enalgunos casos, imposibilidad de apartar a las vacas tratadas de lasubstancia, a la que se habían habituado.
Muchos ganaderos experimentados que usaron la rBGH tuvieron quereemplazar de repente una buena parte de sus rebaños. En lugar deresponder a las causas de las quejas de los ganaderos sobre la rBGH,Monsanto emprendió la ofensiva, amenazando con demandas judicialescontra las pequeñas empresas lecheras que anunciaban sus productoscomo libres de la hormona artificial, y participando en una acciónlegal interpuesta por varias asociaciones industriales de comerciocontra la primera (y única) ley de etiquetado obligatorio para la rBGHen Estados Unidos. Todo ello mientras aumentaban las pruebas de losefectos perjudiciales de la rBGH en la salud de las vacas y de laspersonas.
Los esfuerzos para impedir el etiquetado de las exportacionesestadounidenses de soja y maíz manipulados genéticamente, parecenindicar que Monsanto sigue aplicando las tácticas ingeniadas por lacompañía para sofocar las quejas contra la hormona de la leche. Sibien Monsanto argumenta que su soja "Roundup Ready" acabará porreducir el consumo de herbicidas, el uso generalizado de variedades decultivos tolerantes a los herbicidas significa un aumento de ladependencia de los agricultores respecto del herbicida. Las malashierbas que aparecen después de que el herbicida original se hayadispersado o degradado, se tratan a menudo con más aplicaciones deherbicida.
Por otra parte, Monsanto ha aumentado su producción de Roundup en losúltimos años. Habiendo expirado la patente de Roundup en EstadosUnidos en el año 2000, y con una competencia de productos genéricos deglifosato surgiendo en todo el mundo, el "paquete" de herbicidaRoundup y semillas "Roundup Ready" se ha convertido en la piedraangular de la estrategia de Monsanto para seguir aumentando sus ventasde herbicida.
Los posibles efectos ambientales y sanitarios de los cultivostolerantes al Roundup no han sido investigados completamente; porejemplo, los efectos alergénicos, el caracter invasivo o de malahierba de estos cultivos y la posibilidad de que la resistencia alherbicida se transfiera vía polen a otras semillas de soja o a otrasplantas emparentadas.
Mientras que los problemas con la soja resistente a herbicidas sondespreciados como algo muy genérico y especulativo, la experiencia delos algodoneros con las semillas manipuladas genéticamente porMonsanto constituye una historia muy diferente.
Desde 1996 Monsanto ha sacado dos variedades de algodón manipuladogenéticamente; una es una variedad resistente al Roundup, y la otra,llamada "BT", segrega una toxina bacteriana para controlar los dañosproducidos por plagas del algodón. La toxina, derivada del Bacillusthuringiensis (B.t.), se ha utilizado por los agricultores ecológicosdesde los primeros años 70 en forma de un aerosol natural bacteriano.Pero a diferencia de las bacterias B.t., que viven relativamente poco,y segregan su toxina en una forma que sólo se activa en los sistemasdigestivos de ciertos gusanos y orugas, los cultivos "BT" modificadosgenéticamente segregan una forma activa de la toxina a lo largo delciclo vital de la planta.
Gran parte del maíz genéticamente manipulado del mercado es unavariedad con capacidad de segregar esta toxina bacteriana, ideada pararepeler al gusano de la raíz del maíz y a otras plagas comunes.
El primer problema de estos cultivos que segregan plaguicidas es quela presencia de la toxina en todo el ciclo vital de la planta favorecela aparición de cepas resistentes al B.t. entre los insectos. La EPAha determinado que una resistencia extendida al B.t. puede convertiren inefectivas las aplicaciones naturales de la bacteria B.t. enapenas tres o cinco años, y pide a los agricultores que planten hastaun 40 por ciento de sus cultivos con algodón no manipuladogenéticamente, para que sirva de "refugio" a los insectos y evitar laaparición de resistencias al B.t. En segundo lugar, la toxinasegregada por estas plantas puede dañar a insectos beneficiosos,además de aquellas otras especies que los agricultores quiereneliminar.
Pero los efectos nocivos del algodón "BT" han resultado ser mucho másrápidos de lo esperado, tanto que Monsanto y sus socios han retiradodel mercado más de 2 millones de kilos de semillas de algodónmanipuladas genéticamente, y han acordado pagar a los cultivadores deEstados Unidos una indemnización de muchos millones de dólares. Apesar de estos problemas, Monsanto sigue fomentando el uso de laingeniería genética en la agricultura al tomar el control de muchas delas mayores y más establecidas empresas de semillas en los EstadosUnidos, controlando el 85 por ciento del mercado estadounidense desemillas de algodón.
La compañía sigue también en otros países esta agresiva política deadquisiciones de empresas y de venta de productos. En 1997, Monsantocompró "Sementes Agroceres S.A.", descrita como "la principal empresade semillas de maíz de Brasil", con una cuota de mercado del 30 porciento. Por otro lado, son conocidas las denuncias de importaciónilegal de soja transgénica provenientes de la filial argentina deMonsanto.
Con esta larga e inquietante historia, se entiende porqué muchosciudadanos informados de Europa y Estados Unidos se resisten a confiaren Monsanto el futuro de su comida y salud. No ocurre lo mismo enLatinoamérica.Bajo la gestión de su presidente, Robert Shapiro, Monsanto ha apartadotodos los obstáculos para transformar su imagen de un suministrador deproductos químicos peligrosos en una institución ilustrada y convisión de futuro, que lucha para alimentar al mundo. Shapiro sedescribe a sí mismo como un visionario y un hombre renacentista,encargado de la misión de usar los recursos de la compañía paracambiar el mundo: "No es un problema de buenos y malos. No sirve paranada decir -si los malos se fueran, entonces el mundo iría bien-; esel sistema entero el que ha de cambiar; hay una gran oportunidad parareinventarlo, dice el ejecutivo de Monsanto.
El sistema "reinventado" de Shapiro es tal que no sólo continúanexistiendo las grandes empresas, sino que además éstas ejercen cadavez un mayor control sobre nuestras vidas. Pero últimamente se nosdice que Monsanto se ha reformado, que se ha desprendido con éxito desus divisiones de industria química y que se ha comprometido areemplazar los productos químicos con "información", en forma desemillas manipuladas genéticamente y otros productos de labiotecnología. Esto no deja de ser una ironía viniendo de una compañíacuyo producto más rentable es un herbicida.
Monsanto demuestra claramente que ha aprendido a utilizar lacharlatanería adecuada. Así, Roundup no es un herbicida, sino "unaforma de minimizar las labores del suelo y reducir la erosión". Loscultivos de ingeniería genética no son simplemente fuentes debeneficio para Monsanto, "sino que surgen para resolver el problemainexorable del crecimiento de la población". Por último, se nos quierehacer creer que la agresiva promoción de la biotecnología que lleva acabo Monsanto no es fruto de la arrogancia empresarial, sinosimplemente una "ley de la naturaleza".
Monsanto ha bautizado el aparente crecimiento exponencial de lo quellama "conocimiento biológico" con el nombre de "Ley de Monsanto"-nada menos-. Como con cualquier otra presunta ley de la Naturaleza,poco se puede hacer fuera de observar cómo se cumplen suspredicciones, y en este caso, la predicción es ni más ni menos que elcrecimiento exponencial continuo del poder mundial de Monsanto.
Pero el crecimiento de cualquier tecnología no es simplemente una "leyde la naturaleza". Las tecnologías no son fuerzas sociales en símismas, ni simples herramientas neutrales que se pueden utilizar paraalcanzar cualquier fin social, sino el producto de unas institucionessociales y de unos intereses económicos particulares.
Por ejemplo, la llamada "Revolución Verde" de la agricultura de losaños 60 y 70 aumentó temporalmente los rendimientos de los cultivos, ehizo también a agricultores de todas las partes del mundo cada másdependientes de costosos insumos químicos. Esto provocódesplazamientos generalizados de campesinos fuera de sus tierras, y enmuchos países ha ido en detrimento del suelo, las aguas subterráneas ylas tierras comunales, que han sustentado a la gente durante miles deaños. Estos desequilibrios a gran escala han alimentado lasuburbanización y la pérdida de poder social de las comunidades, loque ha conducido a su vez a otro ciclo de empobrecimiento y hambre.
La "Segunda Revolución Verde", prometida por Monsanto y otrascompañías biotecnológicas, amenaza con una destrucción aún mayor delas relaciones sociales y de la posesión tradicional de la tierra.
Al rechazar a Monsanto y su biotecnología, no estamos necesariamenterechazando la tecnología "per se", sino que queremos reemplazar unatecnología de manipulación, control y beneficios, que niega la vida,por otra verdaderamente ecológica, diseñada para respetar elfuncionamiento de la Naturaleza, mejorar la salud personal ycomunitaria, sustentar a las comunidades que viven de la tierra yoperar a una escala genuinamente humana. Si creemos en la soberanía,es necesario que podamos elegir qué tecnologías son las mejores paranuestras comunidades, en lugar de que decidan por nosotros entidades alas que es muy difícil pedir responsabilidades, como Monsanto.
En vez de tecnologías ideadas para el enriquecimiento continuo de unospocos, podemos basar nuestra tecnología en la esperanza de una mayorarmonía entre nuestras comunidades humanas y el mundo material.Nuestra salud, nuestros alimentos y el futuro de la vida en la Tierraestán realmente en juego.

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