martes, 10 de noviembre de 2009

¿ AGENTE HISTORICO, ESTADO SOCIALISTA ?


¿Agente Histórico, Estado Socialista?

Carlos Mara Pinto

Indudablemente que la llegada del candidato Hugo Chávez Frías al poder, como consecuencia de haber ganado las elecciones presidenciales en el año 1998, creó una gran expectativa y esperanza en el pueblo venezolano.
Esto debido a la serie de acontecimientos políticos-militares que se habían suscitado en la historia pasada y reciente, teniendo como origen la gran convulsión social y de la religiosidad; el mal llamado Caracazo y posteriormente los dos intentos golpistas del año 1992.
Fue en esa matriz histórica que exigía cambios radicales, fundamentalmente anticapitalista, que a través de la “legalidad” burguesa y cabalgando sobre las aspiraciones de las mayorías , logró cristalizar el objetivo de llegar al gobierno y tomar el control del Estado, por cierto, hipertrofiado y hecho a la medida de las exigencias del neoliberalismo económico que le había asignado a Venezuela en la división social del trabajo en el plano internacional, la función de suplidora de materia energética a los países altamente industrializados, protectores de los Holding y corporaciones, también llamados complejos económicos-militares, tecnológicos, controladores y dominadores del mercado global.

Con el acceso al poder y el desarrollo de medidas con ciertas dosis de bienestar social, especialmente dirigidas a aquellos que siempre estuvieron excluidos del reparto de la renta petrolera y con una carga de radicalidad, verbal, como gato pardo, en lo esencial, seguimos siendo una estación de servicios y principalmente llenadores de los tanques y el parque tecnológico-económico-militar de la principal potencia del mundo, EEUU.
Esta radicalidad verbal no afecta en gran medida los intereses del capitalismo global y junto a pequeños países, los más desarrollados, obtienen control jurídico y económico a través de su participación accionaria- 40% de ganancias en aquellas áreas en que participan en la explotación petrolera y energética general.
Decía que como gato pardo y hablando a cada instante de revolución, de socialismo, ha logrado hasta el momento distorsionar y entretener a nuestro pueblo, donde la energía revolucionaria para el cambio histórico y radical, contra cualquier forma de capitalismo, sea este privado o de estado, pugna por deslastrarse del llamado reformismo “revolucionario” y tomar su agenda originaria, rompiendo los nexos que los unen a un estado que a medida que pasan los días, se convierten en un súper-inflado eunuco, que, obedeciendo sus códigos genéticos, está tranzado en perpetuar su naturaleza de clase.
¿Es posible la existencia del Estado y del socialismo como una entidad única? No lo creo, y esto debido a que el Estado, como una tenia, se reproduce de manera constante y principalmente porque a través de su superestructura, política, jurídica, económica y moral tiene un fin, que por cierto, no es la felicidad del ser humano.
A grosso modo, y llanamente, aquí se invoca un capitalismo liberal, donde las fuerzas motrices para el cambio están representadas por el pueblo en general, pero donde los factores dirigentes transclasados, que hoy en nuestro país, están representados por una burguesía paraestatal, en fraticida lucha con la oligarquía tradicional por el control del Estado y en última instancia por el dominio de la industria petrolera y la renta que esta genera.
Entre la llamada Cuarta República y esta Quinta, la diferencia es de forma, lenguaje de por medio; las dos son masificantes y robotizantes, pero también comparten el mismo temor histórico: El miedo a la muchedumbre en acción y en pie de lucha.
Esa misma muchedumbre que acompañó a Simón Bolívar y a nuestros libertadores a través de gran parte del continente: la que anduvo con Zamora y fue el terror de la oligarquía, esa que irrumpió en el año 1958 un 23 de enero, en contra de la dictadura Pérez Jimenista- por cierto, ya no era necesaria para la oligarquía criolla y el imperialismo a la cual derrocó y siendo traicionada, recurrió a la Guerra del Pueblo, como la denominó nuestro querido y recordado héroe-mártir Fabricio Ojeda.
Esa muchedumbre que el 27 de febrero del año 1989 desquició todo el aparato económico-político-militar del viejo estado rentista, causando casi la Cuarta Conmoción Social y abriendo una época revolucionaria, donde no sólo participan los dos factores históricos tradicionales, sino que un tercero hace su aparición en franca y abierta confrontación: la muchedumbre libertaria, emancipadora.
Esta fuerza histórica tiene su propia agenda, se atreve a soñar y por su propia conformación es militante de la utopía, por eso ha estado presente en los grandes hechos de este nuestro continente.

Los apologistas del presidente Chávez y de su mal llamada revolución bonita nos dicen a diario que vivimos en “CUCAÑA”, que los males que padecemos, con otras oportunidades teniendo como presidente al actual, se resolverán de manera feliz. Pero la verdad verdadera, es otra, esta es la revolución de las mentirillas, de las apariencias, como en el teatro absurdo.
Una revolución no lo es por invocar lo épico, por la pose y el discurso; lo es en la medida en que nuevas relaciones del ser social colectivo e individual, rompe con los paradigmas de la formación económico-social que descansan en la explotación del hombre por el hombre, cuando se transforman las viejas relaciones de producción y los instrumentos y medios de producción pasan bajo el control del sujeto histórico que llamo muchedumbre global, pero que se adecuan a la naturaleza y la respetan, cuando el viejo y decrépito Estado salta hecho añicos por el empuje de la radicalidad revolucionaria.
Una revolución es, en el viejo y ajado concepto de la física una vuelta total del círculo, pero en la aplicación social, es un espiral que siempre avanza, aún en los momentos de cierto reflujo popular, en la estrategia y en las tácticas que conduzcan al fin que se persigue.
Una revolución es el camino que nos hará más hombres en el sentido de la realización humana.

Carlos Mara Pinto

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